Gres porcelánico rectificado
Después de diseñar cada detalle de un espacio, llega el momento de una de las fases más creativas, es decir, la elección de materiales y acabados. Entre las muchas alternativas disponibles, el gres porcelánico rectificado para revestimientos es sin duda la elección ganadora, ya que, además de las propiedades y el rendimiento extraordinario típicos de este material, ofrece muchos otros beneficios. Veamos en detalle qué son los azulejos rectificados sin juntas y cómo utilizarlos de la mejor manera.
¿Qué significa gres porcelánico rectificado?
A menudo se escucha hablar del gres porcelánico rectificado, pero los no expertos podrían no saber cómo distinguirlo del gres, por así decirlo, "tradicional".
Entonces, ¿qué se entiende por baldosas rectificadas? Las baldosas rectificadas son aquellas que presentan bordes perpendiculares, lisos y uniformes, en ángulo recto.
¿En qué consiste el proceso de rectificación? Para lograr este resultado, después de la producción, los azulejos de gres se someten a un proceso de recorte que elimina cualquier saliente o imperfección y permite así tener bordes cuadrados que coinciden perfectamente.
Por lo tanto, para detectar la diferencia entre gres rectificado y no rectificado, simplemente mire los azulejos de perfil: si a la vista y al tacto parecen irregulares y no homogéneos, significa que son azulejos sin juntas.
Suelo rectificado: pros y contras
A igualdad de materiales y acabados, la elección de un suelo rectificado presenta numerosas ventajas. La más evidente es, sin duda, la posibilidad de obtener una superficie uniforme y continua, ya que las juntas son más pequeñas que las de un suelo no rectificado.
Otra ventaja de las baldosas rectificadas se relaciona con la facilidad de limpieza: a menudo, el polvo y la suciedad se acumulan en las juntas, volviéndolas oscuras rápidamente, en particular en ambientes húmedos como baños y cocinas. La elección de un suelo rectificado y con azulejos de gran formatoreduce el número y el ancho de las juntas, permitiendo un mantenimiento simple y efectivo.
¿Cuál es la diferencia entre gres rectificado y no rectificado?
La única diferencia entre gres rectificado y no rectificado está en los bordes, que son cuadrados en el primer caso y biselados e irregulares en el segundo. Las características técnicas, en cambio, siguen siendo las mismas, ya que siempre se trata de gres porcelánico: un material de alto rendimiento, resistente a arañazos y al desgaste, con una superficie compacta y no porosa, por lo tanto, muy fácil de limpiar.
A igualdad de materiales, la elección entre gres rectificado o no rectificado puede depender de las exigencias de diseño: en general, los azulejos no rectificados de gran formato (162 x 324) se prefieren en baños, cocinas o habitaciones donde la presencia de nichos y compartimentos requiere una cierta libertad de corte para realizar un mobiliario a medida. En cambio, los azulejos rectificados están especialmente indicados para el diseño de espacios amplios o de aspecto más tradicional, ya que ofrecen un resultado uniforme gracias a su gran precisión de dimensiones.
También el gusto personal o las exigencias estéticas pueden hacer que se opte por un tipo de gres específico. Pensemos, por ejemplo, en un salón revestido con gres porcelánico imitación madera: mientras que un azulejo tradicional requeriría juntas de unos 4 mm, con el gres porcelánico rectificado es posible reducir su anchura a solo 2 mm, logrando el aspecto auténtico del parqué y una apariencia extremadamente sofisticada. El mismo resultado puede obtenerse con el gres efecto cemento o, también, con el porcelanato lappato, que se caracteriza por tener un brillo particular: en estos casos, la elección de las baldosas rectificadas permite crear ambientes continuos de fuerte impacto visual.
Gres rectificado: ¿cómo se coloca?
Desde un punto de vista técnico, la colocación del gres rectificado es la misma que la del gres tradicional: una vez que la superficie ha sido limpiada y nivelada, el instalador procederá a aplicar el adhesivo y a colocar las baldosas.
Lo que cambia es, naturalmente, la gestión de las juntas. En el caso de un suelo rectificado, el especialista utilizará separadores más delgados, con un ancho de aproximadamente 2 mm: de esta manera, la junta será prácticamente invisible, mientras que el suelo seguirá siendo sólido y estable incluso en caso de pequeños movimientos, garantizando siempre una distribución uniforme de la carga.